HASTA QUE LLEGÓ SU HORA (C´era una volta il West, Sergio Leone, 1968) - ME LLAMAN MULO

miércoles, 7 de marzo de 2012

HASTA QUE LLEGÓ SU HORA (C´era una volta il West, Sergio Leone, 1968)

No me gustan los westerns, en general nunca me han atraído sus historias, no es que los deteste pero no suelen atraer demasiado mi atención, generalmente prefiero otros géneros.
Por éso no deja de resultarme extraño que una de mis películas favoritas de todos los tiempos sea un western, es más, es la madre de todos los westerns jamás rodados, un compendio de tódos los tópicos que se pueden encontrar en ellos pero ampliado a la enésima potencia.
Me ha costado acometer el comentario de ésta película porque sé que me va a ser imposible estar a la altura de ella, sin embargo en mi cabeza no paraba de rondar que tenía que hacerlo, sus potentísimas imágenes, su banda sonora, sus personajes, todo, absolutamente todo es maravilloso en esta película, por lo que para intentar hacerle un mínimo de justicia ésta entrada será más larga de lo habitual. Así que, como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes....






















El director:

Sergio Leone (Roma, 03/01/1929 - Roma, 30/04/1989) ha sido, pese a lo escaso de su filmografía - 9 películas únicamente - uno de los mejores directores de todos los tiempos, su pasión por su oficio, el mimo y detalle que ponía en cada elemento, pese a lo nímio que pudiera parecer, hacen que sus películas se puedan ver una vez tras otra, descubriendo en cada visionado detalles que previamente se te habían pasado por alto. Su fama vino dada por la legendaria Trilogía del dólar , protagonizada por Clint Eastwood y compuesta por Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari 1964), La muerte tenía un precio (Per qualche dollaro in piú 1965) y El bueno, el feo y el malo (Il buono, il brutto, il cattivo 1966). Las cuales revitalizaron tanto el género del oeste como la industria cinematográfica italiana, siendo las películas mas taquilleras de su época en el país.


El maestro rodeado de sus inolvidables personajes.
Hijo de un famoso director de cine mudo, Vincenzo Leone, Sergió se impregnó desde pequeño del ambiente cinematográfico, entrando muy joven en la industria, desempeñó tareas de asistente de dirección en muchas películas, algunas de ellas, grandes superproducciones como Quo Vadis (Mervyn Le Roy, 1951) o Ben Hur (William Wyler , 1959). En 1959 tuvo su primera oportunidad de dirigir, al tener que sustituir a Mario Bonnard durante el rodaje de Los últimos dias de Pompeya, trabajo por el que no figuró en los créditos de la película.

Después de rodar el peplum El coloso de Rodas (Il coloso di Rodi, 1961) y de sustituir a Robert Aldritch en el rodaje de Sodoma y Gomorra, Leone sembró las claves de un nuevo subgénero, el spaguetti-western, con el film Por un puñado de dólares, la película se convirtió en un éxito absoluto y generó un sinfín de historias derivadas de ella, todas un pálido intento de aproximarse a la obra original.
Para no extenderme más sobre el director recomiendo el libro Algo que ver con la muerte, de Cristopher Frayling, exahustiva y amenísima biografia del genial romano.


Los actores:

Después de terminar El bueno, el feo y el malo, Leone quería abandonar el western, ya que consideraba que había dicho todo lo que tenía que decir sobre el género. Su siguiente proyecto, largamente acariciado, era la adaptación de la novela autobiográfica The Hoods, escrita por Harry Grey, un gángster convertido en soplón en 1953. Leone llevaba ya tiempo queriendo realizar dicha adaptación pero no encontraba financiación para un proyecto de semejante envergadura. En un momento dado la Paramount le ofreció a Leone la financiación de dicho proyecto, a condición de que previamente rodase para ellos un nuevo western, el cual debía estar protagonizado por Clint Eastwood. Leone no quiso desaprovechar la oportunidad de poder filmar por fín The Hoods, de modo que aceptó sin dudarlo.
Sin embargo Eastwood, el cual había tenido una serie de disputas con Leone, rechazó el papel protagonista. El orondo romano no se desanimó y le ofreció un pequeño papel, junto con Lee Van Cleef y Eli Walach para que encarnasen a los tres pistoleros que resultan abatidos en la primera aparición de Harmónica. Toda una declaración de intenciones por parte de Leone, el cual queria dejar claro con esta secuencia que Hasta que llegó su hora se iba a alejar por completo de las premisas argumentales de sus anteriores westerns. A pesar de que tanto Cleef como Wallach esuvieron encantados con la idea, Eastwood nuevamente rechazó la proposición, quizás al tener el ego subido por el éxito y popularidad que estaba alcanzando, por lo que no pudimos disfrutar de dicha escena, si bien, bajo mi punto de vista eso fue beneficioso para la película, ya que la aparición de los tres míticos personajes quizás habria sacado al espectador de la historia. Al final dicha escena fué interpretada por otros tres míticos actores del género, Woody Strode, Al Mulock y Jack Elam, siendo especialmente destacable la interpretación de éste último en la famosa escena de la mosca cojonera.


Desde esta primera secuencia (la cual transcurre durante los títulos de crédito, cuya duración, 10 minutos, hacen de ellos los más largos de la historia del cine) Leone nos deja claro que no vamos a ver un western típico suyo. Sino más bien la madre de todos los westerns, una idealización de todo lo que le gusta a Leone del género pero de una manera mucho más estilizada y con un tono predominante de fábula (como queda claro desde el título americano del film, Érase una vez en el oeste, muchísimo mas acorde con el tono que transpira el film que su equivalente español). En resumen, Hasta que llegó su hora es la declaración de amor más perfecta que se haya podido hacer nunca sobre un género cinematográfico tan clásico como el cine del oeste. Leone consiguió hacer una "opera de muerte" que impacta profundamente y que es dificil de olvidar por el lirismo que exuda en cada minuto de su metraje. La cantidad de homenajes y vueltas de tuerca a directores y films clásicos del género son apabullantes, y merecerían todo un largo post aparte, por lo que vuelvo a remitirme al libro de Frayling para todos los que quieran profundizar en las raices e influencias del director.

Para el papel protagonista finalmente se optó por Charles Bronson, cuyo rostro esculpido en piedra resulta perfecto para encarnar a Harmónica, el misterioso pistolero que busca venganza, Bronson, que  habia realizado algunos papeles secundarios en varios westerns y protagonizado la cinta de gangsters de serie B Machine gun Kelly de Roger Corman resulta todo un acierto como encarnación de una fuerza desatada de venganza en un papel de poco diálogo pero de muchísima presencia que hace alegrarnos de que Eastwood rechazase la oferta de Leone, ya que su rostro no refleja la dureza extrema de el de Bronson. Según el propio Leone el personaje de Harmónica "Es el destino, una especie de bloque de granito impenetrable, pero marcado por la vida"[1]. El personaje de Bronson resulta por tanto una entidad casi sobrenatural, una especie de encarnación de un espíritu vengador destinado a hacer pagar a Frank, el villano de la película, todas las atrocidades que ha cometido en su vida.


Para encarnar el papel de Frank, el villano principal de la película, Leone eligió en otro golpe de genialidad a Henry Fonda, en uno de las más acertadas decisiones de cásting del director, el cual siempre se habia caracterizado por elegir a los actores perfectos para sus papeles. Fonda, actor que había trabajado con grandes directores del género como John Ford,  había interpretado previamente algún otro papel de villano, pero no tan malvado como el que compone en la película. La escena de presentación de su personaje, después de la matanza de toda una familia al completo es realmente impactante, haciendo que el público contenga una exclamación cuando la cámara gira desde la espalda del villano hasta su rostro, mostrando los profundos ojos azules de Fonda, carentes de toda emoción, culminando en el asesinato a manos de éste de un niño, único superviviente de la matanza. Es una anécdota conocida que Fonda se presentó al rodaje con unas lentillas marrones que ocultaban el azul de sus ojos y un gran bigote, Leone le dijo que se quitase las lentillas y se afeitase el bigote, ya que quería que el público exclamase ¡¡dios mio!!, ¡¡es Henry Fonda!!. Nuevamente se demuestra la intención de Leone de echar por tierra todas las expectativas previas que pudiera tener un expectador avezado en el género, dejando claro que no va a ver la típica película del oeste al uso.


Otra de las decisiones tomadas por Leone para alejarse de sus trabajos previos fué el de incluir un papel protagonista femenino, el primero con entidad dentro de la filmografía de Leone, para encarnarlo se eligió a la bellísima Claudia Cardinale, la cual encarna el personaje de Jill Mc Bain, una prostituta de Nueva Orleans que viaja a Stillwater para casarse con el personaje que Fonda ha asesinado. Jill, lejos de ser la típica mujer florero, se muestra como uno de los personajes más fuertes de toda la película, y el único enteramente positivo, representando al ideal de mujer/madre, que sale adelante a pesar de todas las vicisitudes que sufre, resultando además un punto de apoyo para todos los caracteres masculinos que aparecen en el film. Los cuales forman parte de una raza en extinción, siendo Jill la única que se niega a aceptar dicha extinción, adaptándose al nuevo mundo que empieza a visulmbrarse, un mundo en el que no hay lugar para el concepto romántico del pistolero. Como el propio Leone dijo en un momento dado, todos los personajes saben que van a morir, con la excepción de Jill, ya que son un anacronismo en tanto los nuevos tiempos que acercan, nuevos tiempos simbolizados por la irrupción del ferrocaril, como catalizador del cambio. Asimismo se la presenta como la inspiradora de los personajes que la rodean, quedando patente en la escena final en la que Jill reparte agua entre los constructores del ferrocarril. La serena belleza de la Cardinale inunda la pantalla cada vez que aparece, haciendo que sea muy fácil comprender como el resto de personajes se enamoran de ella nada más verla. Incluso Harmónica, pese a no cambiar su hieratismo demuestra un interés poco habitual en ella trantando de cuidarla en más de una ocasión, aunque lo haga de manera tosca muchas veces. Con este personaje, Leone compone  por primera vez en su filmografía un personaje femenino principal, verdadero motor de las motivaciones del resto de los hombres que son tan afortunados como para encontrarse con ella.


No puedo terminar éste repaso a los actores principales de Hasta que llegó su hora sin hacer una mención especial a Jason Robards, el cual consigue la interpretación más empática de todo el fin, haciendo que empaticemos con él desde los primeros minutos en los que aparece. La sentida y melancólica interpretación de Robards debería pasar a la historia del cine, consiguiendo una cantidad de matices asombrosa para la economía gestual de la que hace gala. Cheyenne es un bandido de buen corazón que es acusado de perpetrar la matanza que ha sido realizada por Frank, por lo que va a Stillwater con el fin de averiguar quién le acusado, allí se encuentra con Jill y de inmediato surge en Cheyenne el sentimiento de cuidar de ella. En un momento de la escena en la que Cheyenne se encuentra con Jill, cuando aún no sabemos sus intenciones para con ella, éste le dice: "¿Sabes Jill?, me recuerdas a mi madre. Era la puta más grande de Alameda, y la mujer más espléndida que haya vivido nunca. Fuera quien fuese mi padre, fue un hombre feliz, durante una hora o durante un mes..."
Con esta escena el público se da cuenta que detrás de la tosca apariencia de Cheyenne se encuentra un hombre de corazón, es asombrosa la melancolía que desprende a partir de ahi en todas sus apariciones consiguiendo que junto con Jill, sea el personaje con mas matices de la pelicula.

 La película:
 
Como ya he comentado anteriormente, Hasta que llegó su hora es una fábula sobre el nacimiento de América, nacimiento representado por el fin de una época violenta, pero también romántica, una historia sobre renacimiento y muerte en la que Leone coje todos los estereotipos creados por la larga tradición del western (los tipos duros, la prostituta de buen corazón, el misterioso protagonista con trágico pasado) y los retuerce, componiendo una historia que, pese a parecer una acumulación de tópicos, transciende su condición consiguiendo uno de los mas bellos cantos de amor al cine que se han podido ver jamás. Es la narración idealizada de el final de los héroes solitarios y la aventura, que deja paso al progreso, simbolizado por la llegada del ferrocarril.
El tratamiento inicial del guión fue obra del propio Leone, junto con Bernardo Bertolucci y por el entonces entonces critico cinematográfico del Paese Sera, Dario Argento, tratamiento que posteriormente se vería convertido en el guión definitivo por el habitual guionista de Leone para estos menesteres Sergio Donati, quien firma su mejor trabajo en esta película.
El desarrollo del film es pausado, el director se toma su tiempo en mostrarnos a donde quiere llegar, lo que queda ejemplificado desde un primer momento en la ya mencionada secuencia inicial de trece minutos, la cual, como el resto de la película está cuidada y planificada al detalle, los escasos diálogos, los primeros planos tan habituales en Leone que aportan más a la narración que la mayoría de los directores actuales, los cuidadísimos decorados sucios y polvorientos, el empleo del sonido ambiente de manera completamente novedosa, como cuando la locomotora se detiene y el sonido de su caldera recuerda al de la respiración de un gigantesco y temible animal. Todo, absolutamente todo esta calculado al milímetro para que el espectador olvide que está viendo una película y se sumerga por completo en la historia.
Para recrear esta épica, Leone contó con el presupuesto más holgado hasta ese momento, unicamente el decorado de la estación de la escena inicial, costó mas que la totalidad del presupuesto de Por un puñado de dólares. Gracias a este aumento del presupuesto Leone se pemitió el lujo de rodar algunas de las principales secuencias de exteriores en el auténtico oeste americano, concretamente en Monument Valley, mítico paraje cuya sobrecogedora belleza fue exprimida por el director en grandiosas secuencias como la entrada de la carreta de Jill.
Para el resto de localizaciones se rodó principalmente en España, pero la obsesión del director por los detalles llegó hasta el punto de que importase gran cantidad de tierra rojiza de Monument Valley para que la textura polvorienta fuera la adecuada. Esta atención por el detalle se muestra en absolutamente todos los aspectos de la película, desde el cuidadísimo diseño de vestuario, pasando por los decorados. Todo, absolutamente todo encaja como un guante en el grandioso fresco que desfila ante nuestros ojos durante las tres horas de metraje de la película, que a pesar de su duración y de lo pausado de su ritmo desfilan como un suspiro, dejando con ganas de más.
Para la banda sonora de la película, el director contó con su colaborador habitual, Ennio Morricone, que como siempre compone una banda sonora de gran belleza, que casa a la perfección con las imágenes que se muestran en pantalla. La gran mayoría de las composiciones de este autor han pasado a la historia del cine, si bien sus colaboraciones con Leone figuran entre las más logradas conjuntando a la perfección las imágenes que se muestran con el sonido que las acompaña, pero en esta película llegan a rozar la perfección más absoluta hasta tal punto que sin la música perderían gran parte de su potencia.

En resumen y para no enrollarme más, si existe alguna película que roce la perfección sin duda es ésta, indispensable para todos los amantes del buen cine y de las buenas historias.Inolvidable.

PUNTUACIÓN EN EL MULÓMETRO: 10

[1] Todas las referencias han sido tomadas de Sergio Leone, Algo que ver con la muerte, de Christopher Frayling

1 comentario:

  1. Sentido homenaje. Yo reduciría, hasta casi hacerlos desaparecer, los adjetivos (bellos, grandioso, cuidadísimo...). Tienen un efecto intoxicador. En general creo que resulta beneficioso mantener una cierta distancia emocional.

    Un saludo.

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