BRAZIL (Terry Gilliam, 1985) - ME LLAMAN MULO

domingo, 4 de marzo de 2012

BRAZIL (Terry Gilliam, 1985)


Una de las mejores y más desconocidas películas de los 80 fué esta magnífica distopía realizada por uno de los autores más interesantes que ha dado el género. El ex miembro de los míticos Monty Python, Terri Gilliam firmó este 1984 corregido y aumentado hasta las últimas consecuencias, consiguiendo una de las películas de ciencia-ficción más absorbentes que se han podido ver jamás en una pantalla, al mismo tiempo que añadía un fracaso de taquilla más a su filmografía, como ha ocurrido en la gran mayoría de sus obras, las cuales, pese a la enorme calidad que desprenden en casi todas ellas, no han sabido nunca encontrar su público en el momento de su estreno.
 
Brazil transcurre más que en un futuro, en una especie de realidad alternativa donde la burocracia ha fagocitado por completo a la sociedad, una especie de Gran Hermano funcionarial en el que todo el mundo necesita rellenar impresos por triplicado hasta para las tareas más mundanas, y donde cualquier error burocrático producido por la ineptitud de la mayoría de los funcionarios que trabajan para el estado se intenta enmascarar de cualquier manera para no perder el control sobre las personas.




Sam Lawry (Jonathan Pryce) es uno de los grises funcionarios que forman parte del engranaje de éste estado totalitario, de los pocos verdaderamente eficientes, lo que hace que sea indispensable para su inepto jefe Mr  Kurtzman (Ian Holm, como siempre inmenso). Pese a sus capacidades rechaza los ascensos que le ofrecen, ya que prefiere permanecer en su cómoda y aburrida vida. Sin embargo, la monotonía de ésta provoca que Sam tenga sueños constantes en los que es una especie de fantástico caballero trata de salvar a una hermosa joven (Kim Greist). Un día descubre a Jill,  la chica que aparece constantemente en sus sueños, la cual ha ido a reclamar sobre una detención ilegal a un vecino suyo por sospechas de terrorismo, detención que se ha producido por un error burocrático.
Con el fin de encontrar a la chica, Sam acepta un ascenso en el ministerio de Obtención de Información y se verá inmerso en una espiral pesadillesca de acontecimientos que le haran ver como es en realidad el estado para el que trabaja y que hará nacer en él un deseo de evadirse con Jill lejos, sin embargo es demasiado tarde y Sam se convertirá en una víctima mas del estado.


Brazil combina con maestría un excelente guión, escrito por el propio Gilliam junto con Michael Palin, con unas buenas interpretaciones y un maravilloso diseño de producción que hace que el expectador se sumerga por completo en este mundo gris e inhumano, a lo que hay que añadir el personalísimo estilo visual de Terry Gilliam, realmente trabajado en todas sus escenas, lo que en conjunto hace que la película sea toda una experiencia visual altamente disfrutable. Sin embargo, como suele ser habitual en este director "maldito", la Universal consideró que el material era demasiado denso y pesimista, lo que intentó arreglar mutilando salvajemente la película, reduciendo sus 142 minutos de duración a 95 y añadiendo un happy-ending completamente fuera de lugar con el tono de ésta, lo que provocó las iras de Gilliam, el cual, despues de mucho pelear consiguió estrenarla tal y como había concebido y con su metraje íntegro. Brazil goza en hoy en día de un status de culto, siendo considerada una de las mejores obras de su realizador junto con la magnífica Doce Monos (Twelve Monkeys, 1995).

No puedo dejar de mencionar el estilo retro-futurista que impregna todo el metraje, creando toda una serie de objetos tales como ordenadores, coches y robots a base de todo tipo de piezas anticuadas como máquinas de escribir y cosas similares, lo que unido al estilo art-decó de sus decorados nos retrotrae a clásicos de la ciencia-ficción como la mítica Metrópolis (Fritz Lang, 1927), en un estílo que ha vuelto a ponerse de moda en videojuegos como el gran Bioshock, por poner un ejemplo reciente. Esta "tecnología demodé" le añade un punto muy especial a la historia haciéndola en cierto modo atemporal.



La película cuenta con una serie de secundarios de lujo, como Bob Hoskins, haciendo de fontanero histriónico (papel que luego desarrollaría hasta las últimas consecuencias en ese mojón que es Super Mario Bros (Rocky Morton y Annabel Janckel, 1993), o Robert de Niro como fontanero terrorista, en un papel breve pero genial. Otro interesante personaje es el compañero de Sam, Jack, interpretado por Michael Palin, otro ex miembro de los Python que compone una interesante interpretación de un personaje que se encarga de "obtener información" directamente de los sospechosos por métodos no muy agradables, y que están pasándole factura psicológica, (impagable la escena entre interrogatorios en los que está con una bata cubierta de sangre mientras su hija pequeña juega al lado).




La fotografía corre a cargo de Roger Pratt, la cual se revela como un perfecto complemento a la potentísima imaginería visual de Terry Gilliam, por su parte Michael Kamen compone una interesante banda sonora, primordialmente compuesta por distintas variaciones de "Aquarela do brasil" de Ary Barroso, que da un magnífico soporte a las cada vez más pesadillescas situaciones por las que pasa Sam.

En resumen, una película imprescindible para todos los amantes de la buena ciencia-ficción, muy diferente de lo que nos tienen acostumbrados las majors últimamente. Sus potentísimas imágenes perdurarán en vuestra memoria.


PUNTUACIÓN EN EL MULÓMETRO: 8,5

2 comentarios:

  1. Creo que esta era la pelicula que estaba en el primer lugar de top 20 de el critico de la Nostalgia y despues de leer tu reseña creo que me dierón ganas de verla...

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  2. Indispensable para cualquier amante del sci-fi. Buen articulo.

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