BRONSON (Nicholas Winding Refn. 2009) - ME LLAMAN MULO

viernes, 6 de enero de 2012

BRONSON (Nicholas Winding Refn. 2009)


Dejemos las cosas claras desde el principio. Bronson no es un film fácil de ver, hacía tiempo que no veía una película que me dejaba tan descolocado, no tanto por lo que cuenta, sino como por la forma que tiene de hacerlo, así que estáis sobre aviso, no os puedo garantizar que os vaya a gustar, de hecho es probable que muchos la odiéis, pero lo que no podréis negarme cuando la hayáis echado un vistazo es que tanto el director, Nicolas Winding Refn, como sobre todo su protagonista, Tom Hardy, tienen un par de huevos como las bolas del puente de Segovia.
La película narra la historia de una persona real, Michael Peterson, también conocido con el sobrenombre de Charly Bronson (si, lo adopta por el prota de la gran saga de justicieros “Death Wish”, próximamente en este, su blog. Considerado como el hombre más peligroso del Reino Unido, el cual desde que ingresó en prisión en 1974 por el atraco a mano armada a una oficina de correos, lleva 37 años en la cárcel, habiendo pasado por más de 120 instituciones diferentes debido a su violento comportamiento. Vamos, todo un angelito….



El Bronson original, miradle… ¿cómo puede alguien pensar que este tipo pueda ser un loco violento…?.).



“Tengo un talento… no se cual, pero lo tengo”. Con estas palabras el protagonista comienza a narrar su vida desde el escenario de un teatro, desde el primer momento emana de él un halo amenazador el cual nunca se diluirá durante todo el film. En cualquier momento Bronson es capaz de saltarte al cuello y morderte los higadillos. Sin embargo a medida que transcurre el tiempo, vemos que más que un psicópata es más bien un crio… con la pequeña salvedad de que mide un metro noventa y parece pesar más de cien kilos. Una fuerza de la naturaleza desatada, la cual no se ha hecho, ha nacido así, ni la sociedad le ha llevado a donde está, ni ha tenido una infancia dura, simplemente es así, y a ver quién tiene huevos a intentar hacerle ver lo erróneo de su filosofía….
Con un tono de humor negrísimo asistimos a su paso por más de 120 instituciones carcelarias (u “hoteles” como el mismo Bronson los define), en ninguno de ellos consigue el sistema meter en vereda al protagonista, ni siquiera en una institución mental para locos peligrosos. Y el poco tiempo que pasa en libertad tampoco varía mucho las tornas, Un desfile de peleas callejeras e incluso con perros (donde adopta su nombre “artístico” después de considerar la opción de llamarse Charlton Heston) son la única manera de dar rienda suelta a su don, la capacidad de ejercer la violencia como única filosofía de vida.

A pesar de ello como he comentado antes, nuestro entrañable bruto parece en muchas ocasiones un niño con un pronto terrorífico que un peligroso criminal, como demuestra la patética escena en la que le declara su amor a una chica, amor que por supuesto no es corresponido, y que en último instancia provocará que vuelva a la cárcel.
Sin embargo Bronson no es un asesino, aunque dé la impresión que el eliminarte no le supondría un esfuerzo moral mayor que elegir los zapatos que se va a poner para salir de marcha. Durante la película asistimos a un par de supuestos intentos de asesinato, los cuales sin desvelar detalles pueden ser “justificables” para la (escasa) moral del protagonista, estos intenso son infructuosos debido a causas eternas, pero en un momento crítico de la película Bronson tiene la oportunidad de cargarse a alguien, y sin embargo al final lo deja libre, no está realmente en su naturaleza matar, simplemente imponer su voluntad a hostia limpia.

Bronson en uno de esos “hoteles” que tanto le gustan...

La estructura narrativa es muy extraña, y para un público que tenga adormecido el cerebro por causa de los simplísimos guiones que tenemos la desgracia de ver hoy en día en prácticamente todas las películas que se estrenan puede causar la distanciación completa de lo que se trata de narrar, mucha gente ha querido comparar esta película con esa gran maravilla que es La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange: Stanley Kubrick, 1971) y si bien formalmente hay muchos momentos que recuerdan bastante a ella, como el uso muy acertado de música completamente anacrónica en relación con las imágenes mostradas, o la utilización de una violencia tan exagerada que resulta cartoonesca, se aleja bastante en cuanto al discurso de la maravilla filmada por Kubrick). Siendo especialmente descacharrante el momento What the fuck? que ocurre en un psiquiátrico al ritmo de It´s a Sin de los Pet Shop Boys.


Vamos a llevarnos bien o aquí van a haber ondonadas de hostias…

Pero si hay un factor definitivo que hace que esta película no sea más que una más o menos acertada asimilación del estilo de un Guy Ritchie pasado de anfetaminas combinada con el gamberrismo de cintas como Trainspotting, es Tom Hardy, cuya maravillosa interpretación del protagonista haga que que te caiga cojonudamente a la vez que esperas continuamente con el culo prieto como la piel de un tambor a que infle a hostias a algún pobre diablo a las primeras de cambio, consiguiendo un personaje tan carismático como el Alex de Malcom McDowell en la película de Kubrick.. No sabes en que momento va a pasar de un estado tranquilo y casi borderline a convertirse en una bestia parda que haría estremecer al mismo Kratos de God of War. Sólo de pensar que éste actor es Bane en la esperadísima Dark Knight Rises o que protagonizará la nueva entrega de Mad Max hace que salive como un perro ante un chuletón de 2 kilos
En resumen y como se suele decir en estos casos, os encantará o la odiareis pero difícilmente os dejará indiferentes.

Como no os guste mi película iré a vuestra casa y violaré a vuestras mascotas.




PUNTUACIÓN EN EL MULÓMETRO: 8,5

1 comentario:

  1. Sin duda es una película que te define bastante bien: nunca se en qué momento te vas a transformar en una bestia parda del humor absurdo y pseudo grotesco pero mientras tanto espero tenso a que tu maquiavélica masa craneal elabore su próxima tollina dialéctica que haría sonrojarse al mismísimo Torrente.

    ResponderEliminar